jueves, 5 de mayo de 2011

Tengo ese mapa.

Si me preguntan cómo es él, yo no lo describiría.
No diría su día de nacimiento ni su zodiaco.
Tampoco les contaría cómo camina con sus pantalones cuadriculados.
No les explicaría como habla cuando tiene una idea fantástica.
Ni detalles de sus medidas en altura ni cuántos pelos no tiene.
Menos hablaría del color de sus ojos ni la mueca graciosa que suele hacer cuando hace que piensa.
Tampoco las piruetas de sus manos al hablar de algo que le da vergüenza.
O sus lunares que nunca vi ni que no sé que los tiene.
No destacaría su hermoso olor a nada ni la brillante manera de huir de temas que lo aprietan.
No olvidaría de no contar su facilidad para hacer amigos.
Y el mal humor cuando le atacan los celos.
No diría que conozco su mirada de esas que dicen que lo único que quieren es mirar.
Ni la voz tan de él mezclada con lunfardos cancheros.
No daría ni la menor pista de sus pasos torcidos, ni sus comentarios ardientes.
No hablaría de su rara manera de leer cuando quiere ser un gran actor que no es.
No les contaría nada, no les explicaría ni una pequeña mitad de lo que podría ser.
No son cosas de los celos, ni de egoísmo o indiferencia.
Él es un tesoro imposible, y sólo la que tiene el mapa puede entender de qué se trata.
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